miércoles, 17 de junio de 2015

El primer intento

Entonces recuerdo haber estado perdida todo el día, no depresiva, porque jamás me deprimo . . .
Ida y cegada por la rabia, la ira, la violencia que se generaba en mi interior, brotando cólera, explotando los ojos en rojo sangre, en lágrimas, sin explicación alguna.


Estaba decidida.


Aun llevaba mi uniforme de instituto, falda a cuadros, camisa blanca y corbata, medias, zapatos de vestir.
Mi cara estaba totalmente apática, entregada.

Y lo hice.

Recuerdo el frasco como si fuese ayer, sin saber que era, comencé una por una, hasta terminarlo.
Entonces esperé . . .

Recuerdo haberme sentado en ese viejo sillón roto, marrón, pero cómodo.
Recuerdo comenzar a marearme y a sentirme somnolienta, caída.
Recuerdo también cuando mi abuela se acercó y me miró, el instinto humano muchas veces no falla, yo podría haber estado cansada y con sueño por estar toda la mañana estudiando, y aun así ella preguntó que sucedía conmigo.



- Nada, solo tengo sueño.



Acto seguido, procedo a levantarme y a caminar torpemente por todo el jardín camino a mi casa, donde logré entrar a mi cuarto antes de que toda la mierda que había tomado surja efecto, tomé mi cajita de pandora, aquella cajita roja llena de filos que llevaba conmigo siempre.

Y con mis últimas fuerzas, procedí a dar el cierre al acto final.


Recuerdo luces, mareo, sueño mortal, las preguntas, gritos.

-¿¡QUÉ TOMASTE?! ¿¡QUÉ TOMASTE?!

Una y otra vez eternamente.

-Nada, solo quiero dormir.


Y bueno, el resto se puede suponer.


Desperté un par de días después, pero sinceramente no entendía nada.
me dolían los brazos, y luego entendí el por qué.


La muerte no fué un estado de sueño, la muerte es un coma eterno, es como apagarse.
Hasta que volvés.
Si es que volvés.
El alcohol hubiese sido fatal en ese entonces.





Algún lugar en mi mente, 2006.
13 años.

4,748 días


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